Los problemas de comunicación dentro de las familias son mucho más frecuentes de lo que se pueda pensar y muchas veces se encuentran a la base de muchos de los conflictos que surgen en el interior del hogar. La vida familiar cuenta con enemigos claros a la hora de establecer
conversaciones y relaciones interpersonales.
– Interferencias que entorpecen la fluidez de la comunicación. Por ejemplo, los ruidos, hacer varias cosas a la vez, usar el celular mientras nos encontramos en una conversación, la televisión en el almuerzo.
– Interpretar y/o suponer en lugar de escuchar de forma plena al otro, muchas veces creemos que ya sabemos lo que nos quieren decir, esto no permite que nos llegue el mensaje de la otra persona. Por ejemplo, “no
hace falta que sigas que ya se lo que vas a decir”, “ahora vas a empezar a decir lo mismo de siempre”.
– Complejidad del mensaje, que el mensaje no sea comprensible para la otra persona es un error que podemos cometer fácilmente, sobre todo cuando conversamos con los más pequeños.
– Pensar que mi opinión es la única válida, esto sucede mucho entre padre e hijos.
– Uso de reproches, acusaciones o la falta de respeto, muchas veces se convierten en un hábito en la comunicación familiar, con expresiones del tipo: “¡y tú qué sabes!”, “¡a mi qué me importa!”.
– No decir aquello que nos molesta si nos callamos siempre que algo nos molesta ya sea para evitar discusiones o por creer que no vale la pena decir nada, se van acumulando problemas no resueltos, además de ira y
frustración.
– Amenazas, órdenes, sermones son muy frecuente entre padres/madres-hijos, con expresiones del tipo “si no haces tal cosa te quedas sin poder jugar”, “tienes que hacer esto porqué lo digo yo y punto”, etc.
– Comparaciones su uso puede generar mucho malestar entre los
miembros de una familia, sobre todo entre hermanos, generando
frustración y baja autoestima.
Hay que luchar frente a estas situaciones y crear un clima que facilite la comunicación. Podemos:
– Buscar un momento en el día para hablar con calma, es uno de los mejores hábitos que se pueden tomar. Solo 10 minutos, hablando, sin televisión ni otras distracciones pueden resultar muy valiosos,
especialmente para los niños, niñas o adolescentes.
– Aprender a escuchar. No solo se trata de oír, sino que estar atentos a los que nos quieren decir, sin interrupciones.
– Dar importancia y demostrar empatía ante los intereses o problemas de los distintos miembros de la familia.
– No juzgar y evitar la crítica constante, de esta forma se disminuyen las barreras en la comunicación y se crean espacios de confianza. Existen una serie de habilidades que permiten que nuestra comunicación sea positiva y satisfactoria, y todas estas habilidades pueden ser entrenadas y puestas en práctica en nuestro día a día.
En Psicólogos y Bienestar guiamos a la familia hacia una mejor comunicación
y calidad de vida.
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