Para algunas personas, el abuso de Internet es tal que su privación puede causarles síntomas de abstinencia, como, por ejemplo, un humor depresivo, irritabilidad, inquietud psicomotriz, deterioro en la concentración y trastornos del sueño. Llegados a este punto, los jóvenes sienten una necesidad imperiosa de engancharse a la Red a costa de lo que sea.
Los principales factores que parecen fomentar las cualidades adictivas de Internet son los siguientes: la facilidad de acceso, la disponibilidad (la Red está siempre disponible y sin demora de la gratificación), la falta de límites (no hay principio ni fin), la experiencia de la distorsión del tiempo mientras se está conectado (lo cual produce una sensación de disociación y una alteración de la conciencia), la percepción de anonimato y un sentimiento de desinhibición (la capacidad de representar diferentes roles o de revelar aspectos incómodos u ocultos de uno mismo), así como un coste relativamente bajo.
Una muestra de ciberadicción es cuando el niño deja de verse con sus amigos y se instala frente a la pantalla con sus videojuegos, el adolescente presta más atención al celular que a su novia o el joven no rinde en los estudios porque revisa compulsivamente su correo electrónico. Además, el consumo solitario de videojuegos se produce frecuentemente con juegos con una intensa carga de violencia, que parece ser muy atractiva y estimulante emocionalmente, sobre todo para los adolescentes varones. En todos estos casos hay una clara interferencia negativa en la vida cotidiana de las personas afectadas.
Una característica de todas las adicciones es la negación y ocultación del problema. Es difícil que un adicto se considere como tal, y frecuentemente no reconoce su adicción o lo hace en fases tardías, cuando el problema está ya muy acentuado.
La negación del problema por parte del adicto se mantiene a pesar de pruebas inequívocas, como la falta de rendimiento en el colegio, el aislamiento social o las mentiras reiteradas, y complica extraordinariamente la búsqueda de ayuda y el cambio del estilo de vida.
Los adolescentes que pasan mucho tiempo en Internet tienen más probabilidades de desarrollar una depresión, a la vez que la depresión promueve el refugio en la Red debido al aislamiento del mundo exterior. Por ello, hay una estrecha relación circular entre la depresión y la dependencia de Internet.
El adicto valora los beneficios de la gratificación inmediata, pero no repara en las posibles consecuencias negativas a medio y largo plazo. Por ello, el abuso de las redes sociales virtuales puede facilitar el aislamiento, el bajo rendimiento académico o laboral, el desinterés por otros temas y por el ocio activo, los trastornos de conducta y el quebranto económico (por ejemplo, en el caso de los juegos de apuestas), así como el sedentarismo y la obesidad. En realidad, hay un efecto bola de nieve: los problemas se extienden a todas las parcelas de la vida de la persona afectada (salud, familia, escuela y relaciones sociales).
Los riesgos más importantes del abuso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) son, además de la adicción, el acceso a contenidos inapropiados, el ciberacoso entre iguales, el acoso sexual o la pérdida de intimidad. El abuso de las TIC puede generar asimismo conductas no saludables, como el sedentarismo y el aislamiento social.
Las principales señales de alarma que denotan una dependencia a las TIC o a las redes sociales son las siguientes:
Los padres y educadores deben ayudar a los adolescentes a desarrollar
la habilidad de la comunicación cara a cara, lo que, entre otras cosas, supone:
Algunas sugerencias de seguridad básicas son los siguientes:
Riesgos asociados a una exposición prolongada de niños, niñas y adolescentes a las pantallas:
La mejor prevención es recordar que las máquinas están al servicio del ser humano y no al revés. Cuando la tecnología, diseñada para facilitar la vida a las personas, comienza a complicarla, se debe hacer un alto en el camino y reflexionar. Todas las adicciones acaban por minar la vida de quienes las sufren y de todos los que les rodean. Por ello, lo fundamental para determinar si una conducta es adictiva no es la presencia de una droga, sino más bien la de una experiencia que es buscada con ansia y con pérdida de control por el sujeto y que produce una relación de placer/culpa.
La prevención familiar y escolar resulta fundamental en este ámbito. Se trata, en definitiva, de ayudar a los adolescentes a que puedan disfrutar de las enormes posibilidades de las nuevas tecnologías sin quitar importancia a sus riesgos y sin que se conviertan en el centro de su vida.
Escríbenos